martes, 4 de julio de 2017

Fiestas de los apóstoles Pedro y Pablo

En diferentes sectores de la provincia de Manabí se celebran un sin número de actividades tradicionales en conmemoración a San Pedro y San Pablo. En los cantones de Picoazá, San Jacinto, Crucita, Los Arenales, San Clemente, Portoviejo, Manta, Jaramijó, Montecristi, Chone, Pedernales, entre otros.

Para los religiosos el calendario señala como día de fiesta a los apóstoles Pedro y Pablo el 29 y 30 de Junio, aunque en algunos de los lugares ya mencionados se celebra en otras fechas. Dentro de este evento de honor que se da en diferentes cantones de Manabí están los famosos empolvados, así le llaman las personas a un tipo de dulce tradicional.

En estas fiestas también se escogen a Presidentes y Funcionarios que se colocan sus mejores trajes y se dirigen a las celebraciones. Regularmente como ya es tradición los presidentes y vicepresidentes de Blancos y Negros son los encargados de la logística de la celebración; como comida, bebida y visita a palacios; las actividades que se realizan paralizan, ya que los moradores se unen al baile.

En Picoazá se dio el encuentro en el centro de la parroquia entre Blancos y Negros con la ceremonia de entrega de llaves, regalos, elección de reina, el famoso baile del perfume, y lo más esperado el baile con la bandera. Para entender un poco más de la historia de estos apóstoles se dice que San Pedro fue un pescador y San Pablo estuvo profundamente comprometido con su fe cristiana.

Para cada población representa una tradición que se da cada año ya que demuestran su devoción por los apóstoles y mencionan que la fiesta es una muestra de agradecimiento a ellos.

martes, 6 de junio de 2017

El sombrero de paja toquilla y su relación con el mundo


El sombrero de paja toquilla, una de las artesanías más conocidas mundialmente, ha sido un artículo muy preciado no solo en la actualidad, sino también en el pasado. Aunque la falta de datos históricos impide afirmar con exactitud el origen de este tipo de manufactura, se cree que el inicio de su elaboración ocurrió en manos de la Cultura Manteña. Los hallazgos arqueológicos muestran protectores para la cabeza que se asemejan a cascos, y cuyo material de elaboración podría haber sido la paja, de gran abundancia en la zona manabita. 

La ligereza y frescura de esta fibra, propiciaron su utilización para fabricar sombreros que, a través del tiempo se han convertido en un símbolo para el Ecuador, por ser una fusión de naturaleza, destreza manual de los ecuatorianos, y cultura popular.

Según varios datos se dice que, la construcción del Canal de Panamá fue la principal razón por la cual el sombrero adoptó internacionalmente el nombre de “sombrero de Panamá”, esto debido a que los trabajadores del canal lo usaban para protegerse del sol y además los grupos humanos provenientes de Europa, atraídos por la exportación del oro en América del Norte, debía pasar por la zona donde se construía la obra y adquirían el sombrero por su frescura, elegancia y calidad. Al no encontrarlo en otras localidades lo bautizaron como “el sombrero de panamá”.

Cuando concluyó la construcción del Canal de Panamá, Theodore Roosevelt visitó la obra usando uno de los sombreros de Paja Toquilla, y posó para los fotógrafos estadounidenses. Desde ese momento el sombrero se hizo famoso en los Estados Unidos y el resto del mundo.

El material con el que se elabora este producto es denominado “Carludovica Palmata”, una planta originaria del Ecuador con cualidades únicas, que pertenece a la familia de las ciclantáceas. Al final de sus largos tallos crecen hojas en forma de abanico, que son cortadas aún retoños, para transformarse en paja toquilla. Las plantaciones más importantes se encuentran en Manabí, Guayas, y en zonas de la región amazónica.  

La venta de los sombreros de paja toquilla han llegado a representar el 12% en las exportaciones de Ecuador; a muchos esfuerzos se ha podido abrir mercado en Europa, Asia, EEUU, México y Brasil.

La materia prima la mayor parte es cultivada en Manabí, donde los dueños contratan a un conjunto de personas (dependiendo del tamaño de las tierras, del clima, y la cosecha) estos son encargados de ir a supervisar cómo va la cosecha, cuando ya se está lista se la vende a una distribuidora donde ellos se encargan de secar las pajas para poder venderla en cogollos, estas se clasifican por el color, el tamaño y la calidad.



Las pajas más caras pero las más buscadas, son las largas porque se dice que son las mejores, otra cosa que la hace especial es la flexibilidad que tienen.

Los cogollos se comercializan dependiendo de su calidad, el cogollo de buena calidad tiene un precio de $6.00, mientras que los de mala calidad tienen el precio d $3.00.

Las mujeres que salen en búsqueda de sus cogollos para realizar los más deseados sombreros de paja toquilla, deben cancelar una buena cantidad de dinero, porque se encargan del transporte, de los cogollos; porque después de esta se realiza el sombrero y poderlo exportar. El número de tejedores ha disminuido, existiendo muy pocas familias y dentro de ellas ya solo las generaciones de adultos quienes mantienen esta tradición del tejido.

En la artesanía de la paja toquilla, existe la participación de muchas personas, que pertenecen no solo a distintos estratos sociales, sino que son de diverso origen étnico, ya sea que se hable de los cholos (campesinos serranos) o de los montubios (campesinos costeños). 

Es común y generalizado el termino de tejedores, para denominar a esta clase artesanal, designación que no es la más acertada ni precisa, al estar más del 94% de la mano de obra integrada por manos femeninas; sería pues más apropiado el nombre de tejedoras, cuando nos refiramos a esta clase obrera. 

Hay que recordar que el tejido de sombrero, es una industria complementaria o secundaria, que han tenido que aprender las madres, esposas e hijas, para ayudar a remendar el presupuesto familiar. 

Además de ser una ocupación del sexo femenino, existen diferencias de acuerdo al tipo de población, pues los índices y estadísticas, demuestran un alto promedio ocupacional en la clase campesina o rural, que en la citadina o urbana.

Así, casi la totalidad de la población rural de las provincias de Azuay y Cañar (y en menor escala en la actualidad en la población manabita, al estar desapareciendo esta artesanía) se dedican al tejido del sombrero en sus momentos de descanso, concluidas sus tareas domésticas y agrícolas. 

Es la gente del campo, la que produce en mayores porcentajes los mejores y más finos sombreros, si bien es imposible y difícil realizar una clasificación y tipificación de las distintas zonas, de acuerdo a la calidad de sus productos, se deben citar dos lugares que disputan el primer sitial en la confección de este tejido manufacturero y que son Montecristi, en la provincia de Manabí y Biblián en la provincia del Cañar. 

Los sombreros de Montecristi junto con Jipijapa, son los más conocidos y mejores cotizados por los países importadores. El Estado ecuatoriano ha obsequiado muchos de ellos a importantes personalidades, habiendo quedado en el mundo, el término “Montecristi” como sinónimo de calidad. 

Los de Biblián son tejidos con igual perfección y maestría y es difícil para muchos extranjeros creer que hayan sido confeccionados de fibra o paja natural y a mano, al no observar fácilmente la trama del tejido y al poder guardárselo en cajas pequeñas de balsa, sin que los dobleces que se hagan afecten la calidad del sombrero. 

El trabajo más largo y penoso, lo efectúan durante la noche o, como dicen ellos, “a la luz de la luna”, para que el sol y la claridad del día no afecte el color ni la flexibilidad de la paja. Trabajan bajo una especie de toldo, mojando constantemente los dedos, las hebras de paja sumamente delgadas y finas.

Actualmente hay pocas personas especializadas en este tipo de tejido, existiendo incluso la creencia popular, de que quienes realizan este trabajo mueren jóvenes o se quedan ciegos. 

Estatus y rol social, del tejedor al exportador

La artesanía de los sombreros de paja toquilla requiere habilidad y destreza manual. No se la puede clasificar como vital para la subsistencia de un grupo, pero sí de necesaria y útil, al brindar este artículo a los campesinos y trabajadores protección y alivio frente a las inclemencias del tiempo, mientras realizan sus tareas diarias. 

Se puede afirmar que se trata de una actividad de tipo familiar y hereditaria, que mantiene el llamado secreto profesional en determinados aspectos, al mostrarse ciertas tejedoras reacias a conversaciones o preguntas sobre la elaboración del sombrero y ni se diga a enseñar el tejido, por temor a la excesiva competencia ya existente. 

No se puede decir que las tejedoras tienen un estatus más elevando dentro de la comunidad al ser una ocupación, realizada por una gran mayoría y a la que ven los demás miembros como algo muy natural y hasta cierto punto de conocimiento obligatorio para las mujeres, perteneciendo por el contrario a la categoría social más baja, al ser un tipo de oficio y ocupación, que en la actualidad es propio y exclusivo del campesinado y, en menos escala de la clase media de las tres provincias ecuatorianas. 

A pesar de que el tejido de los sombreros maravilla y emociona a propios y extraños, las tejedoras diariamente son menospreciadas y consideradas personas inferiores, influyendo para ello enormemente su condición tímida y humilde, que con sacrificios y sinsabores batallan arduamente para obtener una ganancia.

El papel desempeñado por ellas (siendo tan importante) es poco valorado y considerado insignificante por los perros y comisionistas, agentes compradores y revendedores de sus productos, a quienes miran como sus benefactores y protectores, sin conocer siquiera el verdadero éxito financiero que tiene su trabajo, por hallarse desperdigadas en las ciudades y en las campiñas al ser una artesanía casera.

Los exportadores son los últimos intermediarios por los cuales pasan los sombreros manufacturados por nuestras artesanas, ellos son los encargados de realizar los últimos procesos de acabado del sombrero. No se debe olvidar que la mayor producción de estas firmas es para la exportación y que el menor o más pequeño cambio incidirá directamente es el aspecto financiero de la empresa.

El éxito depende de la experiencia para planificar la producción. Desde finales del siglo XIX han existido en la provincia de Manabí y todavía las hay en gran número en la ciudad de Cuenca, en cualquier industria los presupuestos que son básicos son los más difíciles por lo que su análisis se hará en términos generales.

Cuenca es el centro vital de la artesanía de los sombreros de paja toquilla hay hasta la década de los años 80 del siglo XX de 18 a 20 casas exportadoras que se dividen en 2 grandes grupos: las grandes y las pequeñas que han ayudado al fortalecimiento de la manufactura toquillera.

Los mejores compradores de los sombreros de paja toquilla son Estados Unidos, México, Brasil, Canadá, Japón, Inglaterra, Italia, Alemania. Ellos dirigen las exportaciones a base de pedidos en el propio país productor.

El mercado mundial de las artesanías dentro de la cual se sitúa la manufactura de los sombreros de paja toquilla representa para los países productores entradas de millones de dólares anuales.